Había en lo alto de la montaña tres árboles
jóvenes, que soñaban con frecuencia, que serían
cuando fuesen mayores.
-El primero de ellos
mirando a las estrellas, dijo: Yo quiero ser el
cofre mas valioso del mundo, lleno de tesoros.
-El segundo mirando
al río suspiró: Yo quiero ser un barco, para cruzar
el océano y llevar a reyes y a reinas.
-El tercero mirando
hacia el valle añadió: Yo solo quiero ser árbol.
Quiero quedarme en lo alto de la montaña y crecer
tanto que cuando miren hacia aquí, las personas
levanten sus ojos y piensen en Dios.
Pasaron muchos años y
un buen día vinieron los humanos y cortaron los
árboles, que estaban tan ansiosos por hacer realidad
sus sueños. Pero los leñadores, no acostumbran a
escuchar ni a perder el tiempo con sueños. El primer
árbol, fue vendido y acabó transformado en un carro
de animales, para transportar estiércol.
Del segundo árbol, se
hizo un sencillo barco de pesca, que cargaba
personas y peces todos los días. El tercer árbol,
fue troceado en tablones y apilado en un almacén
municipal de suministros.
Decepcionados y
tristes al verse así unos y otros se preguntaban:
Porqué esto ¿ Para
que estamos aquí ¿ Se acabaron los sueños.
Pero una noche ,
llena de luz y de estrellas, una joven mujer colocó
a su bebé recién nacido, sobre el carro de animales.
Y de repente el primer árbol, se dio cuenta de que
llevaba sobre sí, el mayor tesoro del mundo.
El segundo árbol,
acabó un día transportando a un hombre que terminó
durmiendo en su seno; cuando se levanto la tempestad
y quiso hundir la barca, aquel hombre se irguió y
dijo: Paz. En aquel instante, el segundo árbol
comprendió, que estaba llevando al rey de cielo y
tierra.
Años mas tarde, a la
hora de sexta, el tercer árbol se estremeció cuando
los tablones fueron unidos en forma de cruz y un
hombre fue clavado en ellos. Por unos instantes se
vio indigno y cruel. Pero cuando amaneció el domingo,
el mundo se llenó de inmensa alegría. Y el tercer
árbol comprendió, que en él habían colgado a un
hombre salvación para el mundo y que al mirar el
árbol de la cruz, las personas se sentirían
infinitamente amadas por Dios y por su Hijo.
Aquellos árboles,
habían abrigado sueños y deseos; pero la realidad
había sido mil veces, mas hermosa de lo que jamás,
habían podido imaginar.