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POEMA PARA UNA
AMIGA MUY BELLA
Bella te digo porque así se llaman esas mujeres que han nacido para la vida siempre: dulce y ácida. Tú eres la colorada piel, la fruta, la pierna, el pecho soberano que alzas, pequeña porque así son los naranjos, blanca y morena, 0 sea, cálida. Amiga, ¿es la amistad la que nos manda o acaso es el amor? Las dos preguntas tienen en sí respuesta dada. Si la verdad llegara a verse un día, si nuestra fe se confirmara..., pero no, amiga mía misteriosa, que las palabras siempre engañan. Que las palabras no sonríen nunca, que eres tú la que ríes, dices, andas, pones luego los ojos apartados, muy expresivamente callas. En estos tiempos sabe todo el mundo guardar la ropa cuando está mojada, hurtarse, dar olvido, fingir burla del sentimiento porque es lágrima. Por eso siempre estamos tan contentos, tan campantes, tan fuertes -¡tiene gracia!-; por dentro va la procesión, lo dicen los gestos bruscos, las miradas. Cuerpo de uva garnacha, hembra de vino fuerte y alegría, bella mujer de amor y madrugada. Haces, querida amiga, maravillas para evitar heridas, para que no te vea tan hermosa, ¿sabes? tan femeninamente en cuerpo y alma. Y así está el pueblo de suspiros, sueños, besos dados al rostro de la nada, así estoy yo y así los que no quieren confesarse que te aman. Da miedo ver tan cerca la hermosura cuando está viva y quema duele tanta pasión, que así se llama, contenida a penas duras, tiempo y trampas. Muy bellamente estabas cuando mis ojos una vez. Ahora en el recuerdo vives clara. Si se leyeran las cenizas luego, que dicen, arden más que muchas brasas, si alguien pusiera en claro nuestras vidas fondo común de la desgracia. Pero la muerte mete tanta prisa, somos tan poca cosa, tan lejana queda nuestra ciudad, sin nombre apenas nosotros y los nuestros, nuestra casa... Tus pies, tus manos y tu cara. La tela del vestido, oh, dulces olas, redondas islas cubre con sus aguas. Seas amiga si la tarde, el tiempo, corre a su puesta como el sol; hermana si desvalidamente sufres; novia si me recuerdas en la distancia. Eres muy lista, mi pequeña, eres la niña cariñosa y mala que descubre de pronto a los mayores todo lo que les pasa. Temo que te sospeches cuánto he puesto mis brazos hacia ti, cómo esperaba volver a estar contigo, sin que nunca me vieras cuando te miraba. Los secretos no sé por qué se guardan; y este secreto no interesa a nadie, la vida es sólo cotidiana. Pero yo escribo para ti estos versos aunque no tengan importancia. Mi bella amiga, ¡muchas gracias!
Eladio Cabañero - España (
1930 - 2000 )
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