Témpano de hielo
Un día quise volverme un témpano de hielo. Pensaba que así el dolor no entraría en mí. El tiempo me hizo ver que eso no era posible, el miedo aún anidaba en el interior de mi alma. Me había cerrado tanto que me olvidé de vivir, así que no había conseguido nada con mi nueva actitud, tan sólo dejé de recordar lo bello. De un tiempo a acá, reabrí mi corazón y mis sentidos a todo lo hermoso que pudiera sentir. Hay muchas cosas que están a nuestro alcance y nos pueden hacer tocar el cielo, más de las que imaginamos. Siempre nos enseñaron que debíamos de amar al prójimo, pero no que también debíamos de amarnos a nosotros mismos. Estoy redescubriendo grandes placeres para mí misma, de algunos no era consciente de que existían ni siquiera antes de la enfermedad. Hay grandes maravillas a nuestro alrededor que desbordan hermosura y ya es hora que comencemos a disfrutarlas. Podemos disfrutar inmensamente con cosas muy sencillas, cómo tomar un buen baño, sentir como el viento nos acaricia, el perfume de la lluvia... Pienso que ya es bastante dura esta enfermedad cómo para que encima nos cerremos a dulces sensaciones. Y lo mejor de todo esto es que podemos compartir estas vivencias con otros, tanto lo bueno como lo malo y así superarnos día a día... autor desconocido
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